Factores de riesgo de la adopción en parejas del mismo
sexo
Entrevista
realizada por la agencia Zenit a
Dale O'Leary, escritora e investigadora de la Asociación Médica Católica
de Estados Unidos (10/11/2004)
--¿Cual es la experiencia en general de
un niño adoptado por una pareja heteroexual?
--O'Leary: Aunque a la gente le gusta
idealizar la adopción, de hecho ser dado en adopción por los propios padres
biológicos es una experiencia dolorosa.
Pretender que la adopción es como tener
tu propio hijo biológico y que no hay problemas adicionales en realidad no ayuda
a los hijos adoptivos a hacer un esfuerzo por comprender ni contribuye al amor
heroico que se requiere de los padres adoptivos.
Los padres adoptivos cuentan a los niños
cómo sus madres tomaron la valiente decisión de procurar para sus bebés casas
con un papá y una mamá pensando que era lo mejor para ellos.
Sin embargo, a pesar de todas las
palabras tranquilizantes de los padres adoptivos y de su amor y cuidados, un
niño adoptado casi siempre se pregunta: «¿Por qué? ¿Por qué mi madre me entregó?
¿Dónde estaba mi padre?».
Estas preguntas a menudo persisten
incluso en la vida adulta. Se requiere una estabilidad emocional y psicológica
por parte de los padres adoptivos para poder dar a los niños una respuesta a
estos interrogantes.
Ser adoptado por un hombre y una mujer
feliz y fielmente casados, proporciona un ambiente saludable para el niño que ha
sido entregado por sus padres biológicos. El amor comprometido de fidelidad del
padre a su mujer y a su hijo enseña al niño adoptado que no todos los hombres se
desentienden de sus responsabilidades hacia los
hijos.
La fuerza de la madre adoptiva ante los
problemas enseña al niño que, aunque su madre biológica no pensó si estaba
preparada para tener un hijo, la madre adoptiva sabe hacer frente a las crisis y
nunca deja de amar ni renuncia a su hijo.
La experiencia cotidiana de ver a un
padre y a una madre que se aman, que se sacrifican y perseveran, da al niño
adoptado una imagen de verdadero amor matrimonial y paternal que puede ser un
modelo para su propia vida.
Esta es sin duda la razón de que, a
pesar de la herida inicial, la mayoría de los niños adoptados se convierten en
adultos sanos y felices que saben elegir con quién casarse y se convierten en
buenos padres.
--¿Cuál es la diferencia entre un niño
adoptado por una pareja del mismo sexo y por una heterosexual?
--O'Leary: Si los niños adoptados por un
matrimonio preguntan «¿por qué fui dado en adopción?», ¿qué preguntarán los que
han sido dados a una pareja del mismo sexo? ¿No les asombrará el por qué han
sido entregados a una familia a la que siempre faltará un padre o una
madre?
Más pronto o más tarde, el niño
preguntará «¿por qué fui abandonado por mi padre, dado en adopción por mi madre
y luego tratado por la sociedad como un bebé de segunda clase, que tenía que ser
colocado en una situación de segunda clase?».
Las personas atraídas por el mismo sexo
que adoptan, aman a sus hijos, y los hijos los aman, pero aunque hay amor habrá
también rechazo.
Las parejas del mismo sexo no serán
capaces de admitir el daño que han hecho a los niños que aman y atribuirán sus
problemas a la «sociedad» y a la «homofobia». Los niños no serán capaces de
expresar su insatisfacción y al mismo tiempo se sentirán culpables por no ser
agradecidos. Los niños podrán llegar a sentir que hay algo equivocado en su
deseo natural de tener un padre del sexo opuesto.
Ya hemos visto un caso de este tipo. A
Rosie O'Donnell, conocida lesbiana y partidaria de la adopción lesbiana, se le
preguntó qué haría si su hijo adoptado deseara un padre. Según O’Donnell, su
hijo ya ha expresado este deseo. Cuando tenía seis años, dijo «quiero tener un
papá».
O’Donnell respondió: «Si hubieras tenido
un papá, no me habrías tenido a mí como mamá porque soy el tipo de mamá que
quiere a otra mamá. Tu mamá es así». El niño dijo: «Ok, me quedo
contigo».
Aunque O'Donnell indudablemente ve esto
como una afirmación positiva para la adopción homosexual, hay otra
interpretación: hizo ver a su hijo que su deseo natural de tener un padre era
rechazarla a ella. Este es un peso terrible para un niño
pequeño.
Y lo que es peor. En la misma
entrevista, O'Donnell cuenta cómo explicó la adopción a su hijo: «...comprendió
que hay diferentes tipos de personas; que él creció en el seno de otra mujer y
que Dios miró dentro, vio que había habido una confusión y entonces me lo trajo
a mí».
En otras palabras, a la luz de la
conversación entre O'Donnell y su hijo, es un error para él desear un padre
porque Dios decidió que no lo debía tener.
--¿Qué otros peligros amenazan a los
niños adoptados por parejas del mismo sexo?
--O'Leary: Los niños dados en adopción
han sido separados de sus madres biológicas y a menudo también de cuidadores
transitorios. Esto puede llevar a desórdenes de afectividad. El contacto con una
única figura materna durante los primeros ocho meses de vida es crucial para el
desarrollo emocional. Criar a un niño con un desorden de dependencia afectiva
requiere una sensibilidad especial por parte de sus padres
adoptivos.
Una amiga, que adoptó un niño de Europa
del Este, descubrió que su hijo adoptado sufría un grave desorden afectivo. El
especialista le dijo que su capacidad de confianza estaba tan deteriorada que no
podría separarse de él por largos periodos durante varios
años.
Debido a que los niños entregados en
adopción han sufrido ya una gran pérdida, es muy importante colocarlos en la
situación más estable posible. Las parejas del mismo sexo son las menos
estables.
Las parejas de varones tienen muchas
probabilidades de romperse; incluso si permanecen juntos, raramente tienen plena
confianza sexual el uno en el otro. Las parejas lesbianas tienen más
probabilidades de permanecer unidas pero no son tan estables como las parejas
heterosexuales.
Por esta causa, con una pareja del mismo
sexo, el niño corre un riesgo mayor de una segunda gran pérdida durante la
infancia. La investigación sobre los efectos del divorcio en los niños es clara
e inequívoca: el divorcio produce un daño profundo. El daño es necesariamente
mayor para un hijo adoptado.
Michael Reagan --que fue adoptado por el
presidente Ronald Reagan y su primera mujer, matrimonio que acabó en divorcio--,
habla del divorcio como de dos adultos que van a la habitación de los niños,
rompen todo lo que hay de más valioso en ella y luego dejan que sea el niño el
que intente componer las piezas rotas.
Mientras la prensa presenta una imagen
feliz de las parejas del mismo sexo que adoptan niños, existe otro lado de la
moneda: rupturas tremendas y luchas por la
custodia.
Un artículo de Barbara Eisold, titulado
«Recrear la madre» en el «American Journal of Orthopsychiatry» informa sobre los
efectos de una familia sin madre en un niño pequeño. Este niño fue concebido
usando una madre alquilada por una pareja de
varones.
Su padre, el mayor de la pareja, pagó a
una niñera para cuidar al niño. Cuando ésta llegó a implicarse demasiado
emocionalmente, fue despedida; fue contratada una segunda y después una tercera.
El niño fue luego a una guardería. Cuando tenía cuatro años, sufría profundos
problemas psicológicos y tuvo que tratarle un
psicoterapista.
Uno de sus problemas es que quería
«comprar» una madre. El psicoterapista se pregunta: «¿Cómo explicamos por qué
este niño, hijo de una pareja de varones, parecía tener necesidad de
"construirse" una mujer --"madre"-- con la que poder desempeñar el papel de
niño/hombre que la quiere? ¿Cómo entró esta idea en su mente? ¿Qué inspiró con
tanta intensidad este tema?».
El psicoterapista fue contratado para
convencer a este niño de que lo que habían hecho con él estaba bien y que debía
aceptarlo. Pero el psicoterapista olvidó algo obvio: los niños necesitan madres.
Este niño fue artificialmente privado de lo que
necesitaba.
Un reciente artículo publicado en «New
York Times Magazine», sobre Ry y Cade --hermanas que tienen ahora 22 y 24 años y
vivieron con una pareja de mujeres-- parece presentar una imagen positiva de que
tener dos mamás es un «experimento grande, complicado, e increíble» que
«funcionó». Sin embargo, el largo artículo revela las muchas maneras en que el
experimento no funcionó.
Sus dos «madres» no dieron a las jóvenes
claros modelos de feminidad o masculinidad. Ry recuerda a Cade adolescente
buscando algo diferente y cuando no lo encontró, a los 18 años, se convirtió en
lesbiana.
Del artículo se deduce que las «madres»
de Ry formaban parte de una comunidad de feministas radicales que tenían puntos
de vista muy negativos sobre el matrimonio y estos puntos de vista afectaron a
sus hijas.
Hubo un momento en que a Ry le
«repugnaban» las relaciones heterosexuales y tenía miedo del «dominio y opresión
sexista que te aniquila» y que ella asociaba con las relaciones hombre-mujer. A
los 16 años, escribió: «No puedo comprender o relacionarme con los hombres
porque estoy inmersa en una cultura homosexual y no familiar con la que tengo
una estrecha relación». Las madres de Ry la animaron a tener relaciones sexuales
con su novio, lo que hizo, pero al mismo tiempo se sentía angustiada por «tener
relaciones sexuales con un hombre, lo que significa crecer y alejarme de mis
madres». Desde entonces, confía más en los hombres pero todavía se siente como
si la consideraran extraña.
El experimento ciertamente ha pesado
sobre las jóvenes. Según el artículo, «durante gran parte de su vida, Ry ha
tenido sentimientos paternales y filiales al mismo tiempo hacia sus madres». Si
este es un caso considerado positivo, imaginemos cómo serán los que han
fracasado.
La controversia sobre la adopción
aumenta mientras que los juzgados y las agencias favorecen la adopción
homosexual. Los trabajadores sociales y las familias de acogida que protestan
sufren a veces las consecuencias.
Laurie Ellinger, que acoge niños para la
adopción, protestó por la adopción de un niño de color por parte de una pareja
masculina gay; se le suspendió temporalmente la acogida de niños porque había
hecho público el caso. Dos matrimonios cristianos habían tratado de adoptar al
niño y por eso la madre natural del bebé, que tiene el control de la adopción,
protestó ante los trabajadores sociales.
--¿Cómo afecta a la sociedad la adopción
por parejas del mismo sexo?
--O'Leary: Nuestra primera preocupación
debería ser el bienestar de los niños adoptados por homosexuales, ahora bien,
hay que reconocer que también afecta negativamente a nuestras familias.
Aprobando la adopción homosexual, el Gobierno aprueba la conducta homosexual.
Una cosa es que el Estado tenga tolerancia por lo que se produce a puertas
cerradas y otra decir que es igual al matrimonio.
¿Cómo afrontarán el problema los centros
escolares, sobre todo los infantiles? La cuestión no es teórica. Las escuelas de
Massachusetts y otras áreas de los Estados Unidos están ya enseñando a los niños
de la escuela elemental a equiparar las relaciones homosexuales a las del
matrimonio entre un hombre y una mujer.
Esto sitúa a los padres creyentes ante
una posición insostenible. Tienen el deber de educar a sus hijos en la verdad.
Por otra parte, no desean entrar en particulares sobre la homosexualidad con un
niño pequeño. Ni desean que se añada un dolor adicional a los niños obligados a
crecer con una pareja del mismo sexo.
La única respuesta para muchos padres es
retirar a sus hijos de esas escuelas públicas. Cuando las escuelas públicas son
usadas como instrumentos de adoctrinamiento contra la religión, los padres
creyentes son discriminados.
Fuente
ZS04111009